El nacimiento y la muerte, son temas particularmente sensibles de tocar a la hora de explicárselos a los más pequeños de la familia. El concepto de muerte es abstracto, complejo y duro, la forma de abordarlo va a depender de muchos factores: edad, educación, nuestro contexto social, creencias religiosas, etc. Pero antes de empezar a adentrarnos en el duelo en los niños, es importante preguntarnos ¿Cómo lo abordamos nosotros en la niñez? Lo sé, parece una pregunta irrelevante, pero viéndolo desde otra perspectiva, la manera en la que nos lo explicaron a nosotros. Puede ser la misma en la que nosotros lo hagamos con nuestros hijos, hermanos, sobrinos, etc. Y puedo no ser la correcta.
Respuestas como, “está durmiendo una larga siesta”, “se fue al cielo”, “ahora está en un lugar mejor”, son frases vacías dichas con el fin de evitar decir lo que en verdad está ocurriendo.
Cuando los niños se encuentran presentes, los adultos suelen ocultar sus emociones, negando el impacto de la pérdida, en un intento fallido de proteger a su hijo del sufrimiento. Lo cual impide al menor expresar sus propios sentimientos. Porque ni siquiera tiene la oportunidad de entenderlos y niega cualquier emoción que surja, este tipo de acciones favorece la aparición de psicopatologías presentes y futuras.
« Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y sobre todo después, hace que el niño no pueda sentirse culpable, deprimido o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas –la muerte de un ser querido–, les estamos dotando de unas capacidades y una comprensión importantes que les servirán para el resto de sus vidas. »
William C. Kroen, psicólogo
Dependiendo la edad en la que se encuentre el pequeño su respuesta y comportamiento hacia el duelo, puede variar:
Desde la lactancia hasta los 3 años de edad: El niño no concibe la muerte, pero sí resiente el abandono y la separación. Ante la ausencia de la figura materna, expresan sus emociones por medio del llanto. La inquietud y actitudes de alerta que con el tiempo darán paso a un estado de apatía.
De 4 a 6 años de edad: Los niños tienen un concepto limitado del duelo y la muerte y creen que es algo provisional y reversible. Muchos de estos conceptos, son adquiridos por programas de televisión, películas, videojuegos, etc. Además, predomina el «pensamiento mágico» que les dice que los deseos se pueden hacer realidad.
Después de los 5 años, aparecen con frecuencia los siguientes mecanismos de defensa: conductas de regresión (succión del pulgar). Angustia de separación, miedo a morir, perplejidad (preguntan reiteradamente por el fallecido, sobre cuándo va a volver), negando de la realidad. Se aíslan demostrando ambivalencia (parece no afectarles la pérdida y responden con preguntas o afirmaciones inadecuadas). Suelen sentir rabia por el abandono y lo expresan proyectándola hacia sus familiares y mediante juegos agresivos, travesuras, irritabilidad, o pesadillas.
De 7 a 12 años de edad: En este grupo etario ya pueden diferenciar la fantasía de la realidad, y también están presentes los sentimientos de culpabilidad. Puede ser el caso de que el pequeño desarrolle habilidades para comprender la muerte. Incluso si en su entorno no se le habla de ella, pero no tienen la capacidad para afrontarla adecuadamente.
Puede manifestar su negación en comportamientos agresivos o excesivamente eufóricos como intento de aislar su dolor, comienza la idealización del fallecido. Con frases como “todo sería mejor si esa persona aún estuviera aquí”, expresan el miedo y la vulnerabilidad con una máscara de hostilidad.
En los niños, el proceso de duelo vendrá determinado por la etapa evolutiva en que se encuentren, su temperamento, entorno social y, particularmente. La actitud de los adultos que le rodean, tendrán como resultado su forma de procesar la pérdida. El abandono, la muerte de una mascota, la pérdida de un amigo, también forman parte de este proceso y se le conoce como duelo parental en la infancia. Leer más aquí.
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